San Jorge y el dragón.-Uccello |
Yo para mí, que los dragones medievales no eran más que restos de dinosaurios. Que echaban fuego por la boca a causa de los gases producidos por la fermentación de grandes masas herbáceas en su estómago (como quien hace compost, vamos), y que si se comían de preferencia a las doncellas, no era por hacer el favor a los caballeros de que se lucieran ante la dama, sino porque tenían la carne más tierna de todas.y corrían menos que nadie con esas faldas tan largas. Aún así, debía ser un putadón que se comieran a tu novia, después de llevar años dando el coñazo y haciéndote el moñas, poniendo cara de buen caballero ante su padre y justando contra todos con kilos de metal encima. No debía sentar nada bien.
Se comprende que un experto cazador de dinos causara furor en una ciudad en la que un dragón se había instalado en la fuente del pueblo. Todas las mañanas, pa lavarte la carita y antes del café, tenías que pegarte con el dragón para que se apartara, y si no le dabas una muchacha para desayunar, nada, que si quieres arroz, Catalina, te quedabas sin agua.
Esta es la leyenda, que llegó San Jorge, y llegó justo justo a tiempo de salvar a la princesita (más bella que ninguna, por supuesto) que le tocaba convertirse en tostada ese día.
Pero, ay, amigos. La verdad de lo que celebramos hoy con un libro y una flor (que me maten si entiendo la relación) es la muerte de un señor, hijo de militar romano y una señora llamada Policromía. Que cuando lo canonizaron, más o menos por el año quinientos, maldito si siquiera el papa Geroncio sabía por qué. Así que lo incluyó entre "...aquellos cuyos nombres son justamente reverenciados, pero cuyos actos sólo son conocidos por Dios". Ya es tener morro y escaquearse de currar, siquiera de leerse los informes.
En conclusión, que celebramos sabe Dios qué, y nunca mejor dicho, de una manera que tampoco sé a cuento de qué viene (y nunca mejor dicho) y con una flor. Así que ahí teneis, os regalo un libro sobre cómo ser un caballero y no morir en el intento.
Manual del Guerrero de la Luz.
Y como flores, las de temporada:
Dalias. |
Desde que aprendieron a hacer injertos y las sacan bicolores, ya ni huelen ni tienen palabra
Cerezos en flor |
Y lo dejo, que ya me ha puesto melancólica la historia esta de los samurais, yo que intentaba echarme unas risas sobre dinos. Hala, ahí os dejo una cancionzuela.
Por la paz y la canción