miércoles, 1 de agosto de 2012

Heading the sun

Embarque de la reina de Saba- Claude de Lorraine
Cuando a medianoche se escuche
pasar una invisible comparsa
con música maravillosa y grandes voces,
tu suerte que declina, tus obras fracasadas,
los planes de tu vida que resultaron errados
no llores vanamente

Como hombre preparado desde tiempo atrás,
como un valiente,
di tu adiós a Alejandría, que se aleja.
No te engañes,
NO DIGAS QUE FUE UN SUEÑO.
No aceptes tan vanas esperanzas.

Como hombre preparado desde tiempo atrás,
como un valiente,
como corresponde a quien de tal ciudad fue digno,
acércate con paso firme a la ventana,
y escucha con emoción -no con lamentos
ni ruegos de débiles- como último placer,
los sones,los maravillosos instrumentos de la 
comparsa misteriosa
y di tu adiós a esa Alejandría
que pierdes para siempre.

 Konstantinos Kavafis

Las consecuencias


LA BELLA DAMA SIN MISERICORDIA

¿Qué te aflige, armado caballero,
que solo andas y tu palidez espanta?
El junco en el lago se marchitó,
  y ningún pájaro canta.

¿¡qué te aflige, armado caballero,
De tez fatigada y maltrecha?!
El silo de la ardilla ya está lleno,
Y se terminó la cosecha.

Yo veo un lirio en vuestra frente,
regado con fiebre y angustia,
y en vuestra mejilla una rosa ajada
que muy pronto se hizo mustia.

Dicksee- La Belle Dame Sans Merci
`Conocí una dama en la pradera,
toda belleza- la hija de un hada-,
Era largo su cabello, su pie ligero.
Y salvaje su mirada.

Hice para su cabeza una guirnalda,
Y pulseras, y un halo fragante.
Ella me miró como al amor,
con un gemido cautivante.

La monté en mi corcel al trote,
Y todo el día no ví más nada.
Ella inclinada me cantaba
Una canción de hada.

Me consiguió raíces dulces,
Y miel salvaje, y maná del rocío.
Y dijo cierto en lengua extraña:
“mi amor y mi verdadero deseo”.

Me llevó a su caverna de duende,
Y allí lloró dolor y otros excesos.
Allí cerrè sus fieros, fieros ojos,
Con cuatro besos.

Y allí me arrulló hasta que dormí,
Y allí soñé (¡ah, ocasión sombría!)
El último sueño que jamás soñé
En la ladera fría.

Vi  reyes pálidos, príncipes también,
Pálidos guerreros de color cenizo.
lloriqueando: ”La Bella Dama sin Misericordia
te tiene sumiso”.

Vi sus voraces labios a media luz
entrecerrados en ofendida advertencia.
Y desperté, encontrándome aquí,
En la fría ladera.

Y es por esto que resido aquí,
que vago solo y mi lividez espanta.
Aunque el junco del lago se desecó
Y ningún pájaro canta.

John  Keats