domingo, 19 de febrero de 2012

"Si un hombre promete llamarte y no lo hace, no es que lo haya olvidado.Tampoco ha perdido tu número de teléfono ni se ha muerto. Simplemente no quiere llamarte." Ingrid Bergman.

Querida Ingrid, allá donde estés, sólo quería decirte que el concepto lo entendemos todos. Hace años.
 Pero que no es tan fácil desprenderse del trozo de futuro y de corazón correspondiente. Que la revisión del catalogo de incertidumbres (es que le ha dado corte, es por el trabajo, los amigos, que quizá algún día, que si los tránsitos de Marte por Saturno...) anestesia el vértigo y lá pérdida de manera muy convincente.Que siempre llega el día en el que una consigue ser disciplinada y volver la vista al frente, asumiendo que en algún momento se emitió un código erróneo de ser como no se es, y que no tiene vuelta de hoja, que hay que pagar la factura correspondiente.Que uno tiene entre las manos sólo su tiempo, y la decisión de en qué malgastarlo. Resta sólo recuperar la propia huella, y el plan primitivo acerca de nuestras vidas y meriendas.
La canción no podía ser otra:
"Engullo mi ración sin aspavientos..."


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