A veces, las gotas caen y se evaporan rapidamente por el calor, como si nunca hubieran existido, como en las tormentas de verano. Pero otras veces, llueve sobre mojado y las gotas se unen a otras gotas, y forman riachuelos que corren hasta la alcantarilla más próxima.
Otras veces, las gotas colman vasos que están por desbordarse, y se crea un pequeño desastre que cuesta luego limpiar. Parece muy importante. Pero otras veces, una gota más apenas produce unas ondas en un estanque que está lleno de ellas. Dicen que en las tranquilas y profundas aguas es donde habitan los demonios.
A veces, una gota fría resbalando por el cuello pone los nervios de punta. Pero qué es una gota más para la persona que ya está sumergida.
Las gotas que resbalan enseñan grandes lecciones. Que el agua siempre encuentra su camino. Que puedes ponerle diques al mar, y pasarte el resto de tu vida esforzándote en apuntalar los diques. O esperando la lluvia para las flores año tras año, hasta la desertización. Que se fluye hacia donde le es natural, como la cabra que siempre tira hacia el monte y se detiene donde tiene a bien, no donde se le necesita o se le espera.
Puedo tratar de contenerlo cerrando con fuerza el puño, ahuecar los dedos para que encuentre acomodo, ... nada de eso retendrá la gota si su naturaleza no le pide quedarse per se. Es cansancio y wasted years. De una inutilidad ampliamente comprobada.
... ese momento de tranquilizarse y enmudecer, de que suelte para que la gota fluya y encuentre su verdad, tan inapelable como el tiempo que pasa, sabiendo del precio que se toman las elecciones, como supremo regalo de amor.
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